Un planeta para ti

 Necesito contar todo, lo necesito, no sé  a quién ni por qué. Soltarlo a las ondas para que llegue lo más lejos posible y puede que allí las palabras lleguen a ti.

Fue un día de mucha luz y demasiadas nubes, un juego constante de los claroscuros. 

Fue un golpe señalado, avisos que la vida va tramando.

Todo se venía venir, la demencia gradual, la mente con muletas que empujaba a caminar y caminar hasta quedar atrapada en el miedo y la parálisis. Incapaz de moverse ovillando el cuerpo en un rincón. 

La llamaba y nada y la buscaba con los latidos fuertes y el temor, hasta que oía una voz débil que iba  detectando al llegar a los puntos más insólitos. 

Tres veces sucedió, momentos distintos de pérdida y el horror de desaparecer. 

Así hasta ayer, urgencia, camilla, batas y el silencio. 

A las 8 de la noche, con la oscuridad prematura de los últimos días del otoño, llegué al banco gris. 

Al sentarme se desmayaron los últimos esfuerzos y un llanto feroz fue convulsionando los 14 años de lo habitado, de todas las dimensiones unidas. 

El dolor circulaba por los tejidos, por la sangre... 

Y después nada, la mente vacía , las manos vacías, las palabras mudas, las lágrimas agotadas. El amor huérfano. 


(Necesito crear cosas para ti y mandarlas por ondas. Quizás lleguen a la otra dimensión.)