Eres el hombre al que quiero


 Eres el hombre al quiero, el que está sentado en ese sillón y me mira, el que despierta suspiros cortados y me empuja al abismo entre sus piernas. 

Eres el hombre que aspiro y respiro mientras apoyada en los muslos macizos, haces que hierva y me disuelva. 

Eres el hombre que está no en mis sueños sino en mis días, acompasando las horas con la respiración profunda que voy convirtiendo en mía.

Libres, puedo llevarte solo en un bolsillo abrigando allí un domingo de sosiego y en un pastillero guardar la alegría para que la consumas en los momentos en que el alma desfallece o quieras recorrer otros camimos.

Y mientras, voy por el sendero separando el telón de  nieve cayendo y respirando hielo y ya en la noche, frente al fuego con la vieja manta de recuerdo, me voy dejando llevar en esa voz que cuenta el día, el abrazo sólido y resistente y la paz que va guiando al sueño. 




Comentarios

  1. Maravilloso, estar con el hombre al que se quiere es la dicha que acompaña para todo. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es que cuando sucede también hay que decirlo, verdad?
      Abrazos

      Eliminar
  2. Jo... que maravilla... no sólo el.porma sino lo que implica.
    Felicidades por esos sentimientos.
    Besisimos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En general se refiere a una realidad cotidiana que no tiene por qué ser aburrida ni carente de romanticismo o erotismo como se suele pintar, la química también se puede manipular y seguir creando escenarios "de película" (romántica) siempre. 😜
      Besisimos

      Eliminar
  3. De hecho está prohibido escribir así. Lo pone en las reglas básicas: no a los textos amorosos (y eróticos). Uno lee y ¿Qué puede comentar? Pues no comenta nada y espera a mañana. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja, esperemos a mañana.
      Saludos

      Eliminar
    2. Llegó mañana y he encontrado este texto.
      No sé si viene a cuento con tu cuento pero por si acaso.
      .

      "No se enamore nunca de ninguna criatura salvaje, Mr. Bell. Ésa fue la equivocación de Doc. Siempre se llevaba a su casa seres salvajes. Halcones con el ala rota. Otra vez trajo un lince rojo con una pata fracturada. Pero no hay que entregarles el corazón a los seres salvajes: cuanto más se lo entregas, más fuertes se hacen. Hasta que se sienten lo suficientemente fuertes para huir al bosque. O subirse volando a un árbol. Y luego a otro árbol más alto. Y luego al cielo. Así terminará usted, Mr. Bell, si se entrega a alguna criatura salvaje. Terminará con la mirada fija en el cielo". — Truman Capote.

      Eliminar

Publicar un comentario