La lucha por la vida al margen del Covid

Berta Alfonso Suárez , está ingresada en el Hospital Universitario de Canarias desde el pasado 6 de febrero. 

"Desde los 11 años me detectaron diabetes tipo I. A raíz de eso pasé por una retinopatía diabética tras la muerte de mi tía. Estaba sacando la carrera de Ingeniería Industrial, especialidad en Mecánica, pero llegué a quedarme sin visión y tuve que dejar de estudiar. Pero mi ilusión siempre fue ser ingeniera y creo que eso me dio fuerzas para recuperarme, así que, tras cuatro años retomé la carrera y la saqué”.

Esa fuerza de voluntad es la que la ha acompañado en estos últimos dos años, en los que sus riñones dejaron de funcionar. “Me había hecho una analítica y me llamaron del laboratorio que fuera a Urgencias. Tenía un fallo renal agudo y me colocaron un catéter subclavia para empezar a dializar inmediatamente. Tras unos meses haciéndome hemodiálisis pasé a diálisis peritoneal, algo que me dio muchísima calidad de vida, ya que es un tratamiento que haces en casa y mientras duermes”. “ Tengo que reconocer -continúa Berta- que me he sentido muy afortunada a pesar de todo, porque la diálisis merma, te desintoxica sí, pero físicamente te destruye, así que en mi caso estoy agradecida. 

Después de dos años, sonó el teléfono. “Me dijeron que almorzara tranquila y luego me acercara al hospital para hacerme las pruebas, que había aparecido un donante”. Admite que fue muy impactante porque no lo esperaba. “Me habían paralizado el trasplante por el tema de la COVID, el de riñón se seguía haciendo, pero el doble no, por seguridad”. Y es que el trasplante de Berta era de páncreas y riñón, una de las opciones que le habían dado cuando entró en la lista de espera para operarse. “Te dan tres opciones: riñón, páncreas y riñón, o primero riñón y después páncreas. Yo elegí la segunda porque, aunque es la más complicada, si sale bien (una de cada diez lo hace), es la que mejores resultados da”. “Cuando comprobaron que los órganos a trasplantar estaban bien, me ingresaron, y el domingo por la mañana entré a quirófano”.

Fueron nueve horas de operación, tiempo que, sin embargo, no resultó suficiente para lograr un éxito completo. “No tengo recuerdos muy nítidos porque estaba saliendo de la anestesia; solo que me desentubaron, me hicieron pruebas y la cara de un médico joven mirándome con pena. Me cuentan que no paraba de repetir que no quería que me operaran”. Berta sabe, porque se lo han dicho, que la volvieron a meter a quirófano a las dos de la mañana, y durante otras cuatro horas, la intervinieron para retirarle el páncreas que le habían colocado. “Hizo un trombo y estaba colapsándome el sistema, había que retirarlo, mi vida corría peligro”, cuenta. “De hecho, el riñón no terminaba de arrancar porque el páncreas había hecho el trombo, por eso estuve tantos días en la UCI, desde el domingo hasta el jueves; lo normal no es estar tanto tiempo”, añade.

“Estuve dos días sedada y cuando desperté y pregunté por mi páncreas me contaron lo que había sucedido. Estaba tan débil que solo pude centrarme en intentar recuperarme”, explica. Además, “los médicos ya me advirtieron de que tenía que venir preparada psicológicamente porque era muy duro si perdía el páncreas, ya que uno de cada diez falla. El anterior falló y me dije que, por estadística, me tenía que tocar, pero se ve que soy la primera de los siguientes 10”, comenta con admirable sentido del humor.

Ante la posibilidad de un nuevo trasplante, no lo duda. “Si la hay, lo voy a intentar. Lo que pasa es que cuando los órganos son de un mismo donante, como era este caso, el cuerpo solo tiene que luchar contra un elemento externo. Ahora si me trasplantaran un páncreas, ya serían dos elementos externos, pero si eso me permite, aunque solo sean cinco años de una mejor calidad de vida, lo voy a intentar”.


Pero Berta, con 34 años, está al lado de una ventana que da a la calle, desde donde intentan reunirse poco a poco familiares y amigas para que los vea y contagiarle fuerza para seguir adelante. Su novio puede visitarla todos los días.

Una de sus amigas Tatiana, whasapeando, la notó baja, inmediatamente se puso en contacto con las demás; cogieron el altavoz y para el hospital. Fueron a esa calle y así, micrófono en mano y con la canción Paraíso, del grupo Dvicio, sonando a todo dar, las amigas de Berta se plantaron en el HUC para dedicarle no solo la canción, sino también frases de apoyo, ánimo y mucho amor.


“Nosotras somos así, muy alboratadas, muy locas, tanto que hasta nos resultó normal estar dando gritos por el megáfono saludando a Berta, al menos hasta que el de seguridad nos invitó, muy amablemente, a abandonar el lugar”. Tatiana cuenta que lo importante era que Berta sonriera, “que tuviera el chute de energía que necesitaba, que estuviera animada, sobre todo porque le ha tocado pasarlo sola. Otras veces que fue ingresada yo he estado allí, y también el resto, así que es muy duro para ella”. “Sabía -continúa- que la haríamos sonreír, porque nos conoce y sabe que estamos un poco locas”, ríe de nuevo.

Comentarios

  1. Una bonita historia, hay mucho mas que la Covid, hay mas vida en los hospitales, son casos de los que no se habla ni ahora ni nunca solo cuando son tan extremos como este que relatas. esperemos que salga de todo ello y pueda cantar fuera del hospital con sus amigas. Un abrazo

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    1. Es así. Los hospitales siguen llamando sin relación al virus. Y los quirófanos activos. De la misms forma que los médicos siguen dando consulta, enfermería. Lo que pasa que con tanto ruido lo demás no se escucha.
      Ojalá todo salga mejor aún de lo que se espera.
      Un abrazo

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  2. Vale, sucede con más frecuencia de lo que conocemos, la vida real, historias de lucha, de superación, de esperanza, también de amistad, de personas que quieren curarse, disfrutar de la vida a pesar del infortunio. Es una historia ejemplar, espero que con final feliz, de hecho la lucha de Berta ya es ejemplar, también las de sus familiares y amigas animándole. Una estimulante manera de empezar el viernes (pero, Luz, eres una sádica)

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    1. Sip. Todo sigue aunque no se vea lo suficiente.
      (Es lo que hay.... ¿Tú crees?) Ay.

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  3. Emotiva ejemplar y esperanzadora noticia, deseo con toda el alma que Berta consiga superar todo bien y rápidamentge.

    Una gran historia.

    Un beso.

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    1. Una realidad como tantas, cuánto más se sepa, más se hará. Supongo.
      Sí, es tan fuerte y luchadora que seguro que lo logrará.
      Un beso

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  4. Que bonita la historia a pesar de la dureza y complicación que tuvo. Así es, con lo del Covid se ha parado las demás enfermedades. Deseo que sus amigas le sigan insuflando alegría y ganas de vivir. Chapó por Berta y su fuerza.
    Abrazos

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    1. En esta comunidad al menos, no se han parado tanto los casos. El año pasado, tan complicado, a un amigo lo llamaron para una operación muy difícil, extrema también.
      Todo salió bien. Y ya está en su casa.
      Se sigue, pero de forma menos aparatosa, más prudente y quizás más efectiva.
      Visto lo visto, sus amigas no dejarán de animarla.y posiblemente se abra otra vía: poder verse de forma controlada y dar fuerza a través de las ventanas. Algo habrá que hacer para que los enfermos y sin riesgo, no se quedan encerrados y solos. Es que puede ser una semana, varias, pero meses también.
      Abrazos

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  5. Alucinante que con 34 años tenga que pasar por todo eso y encima sola.
    Ojalá salga todo bien y pueda tener unos años buenos, se lo merece ella y tantos otros que estan en parecida situación.
    Las amigas son fundamentales.
    Un beso a Berta y para ti besisimos.

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    1. Así es Moony, alucinante, más que nunca con tantas restricciones, obsesiones, delirio. Te imaginas cuantos habrá en este momento como ella, antes estaban apoyados cada día con la presencia de sus seres queridos (incluso más de lo permitido) y ahora lo que tú dices. Al menos, su novio puede ir cada día una hora, eso debe ser un refuerzo enorme.
      Y ojalá permitan asistir así, en grupos reducidos desde la calle. O desde donde se pueda ver, ya vemos que ni los mensajes ni las videoconf. son suficientes.
      Besisimos

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  6. Todos los días me digo a mi misma cuando me levanto que me avergüenza "quejarme" de la pandemia y de todo lo que nos ha traído, del confinamiento, de no poder abrazar y besar a nuestros propios hijos, padres, abuelos.. de la falta de trabajo, del peligro de las economías, de la demora para realizar cualquier trámite que resulte urgente...porque "afuera del Covid" siempre pasaron , pasan y pasarán otras cosas, de las que nadie habla, buena sy no tan buenas. Las personas mueren a diario de neumonías, gripes, cáncer, diabetes, accidentes cerebrovasculares, accidentes en la via publica de todo tipo, en el mundo entero..
    Esta es una historia conmovedora que nos hace "salirnos" un poco de nuestro ombligo y comprender que hay mucha gente en espera, no solo de un órgano, sino de una palabra de aliento, de compañía, de comprensión, de fortaleza frente a lo que le sucede. Mucha gente que espera un giro positivo en su vida y personas alrededor que le infundan esperanza y buenas energías. Hermosa historia. Gracias Luz.

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    1. Uf, gracias a ti Eli. Lo que dices es absolutamente verdad y conmovedor. Y así tiene que ser, un estímulo tan grande que nos haga levantar la mirada hacia otros mundos que conviven junto al nuestro, que están ahí, que podemos en cualquier momento integrar y que hay que reaccionar de una vez.
      Pero ya lo has dejado claro y alto.
      Abrazos más que nunca

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