Los pocos supervivientes de una historia extraordinaria

 -Abuelo, ¿tú crees que todo cambiará? 

¿Me preguntas porque crees que en la vejez ya empezamos a descubrir los misterios de la vida? La piel seca, las arrugas que marcan los senderos. 

Para saber parte de mi evolución, tenemos que remontarnos a hace entre 80 y 60 millones de años, en el periodo Cretácico. Por aquel entonces, éramos de Pangea.

Nuestro continente parecía infinito. Ni Azuz pudo encontrar un límite, una separación, un sisma.

Una mañana fría los escriones, no te molestes en buscar porque nadie sabe de ellos, inspeccionaron como siempre las placas que llevaban tiempo moviéndose. Las erupciones volcánicas eran constantes.

Ese día, Azuz se puso pálido, emitiendo gritos; esto alertó a un amplio grupo de lo que sería a través de milenios el masŷid.

Mis abuelos no sabían qué podía haber asustado de esa forma al ser mas fuerte y valiente. Protegían la serenidad manteniéndose rígidos y esa contracción me asustó. 

-¿Y qué pasaba abuelo? 

Nuestro continente se estaba rompiendo. 

-oh, entonces es cierto.

Sí, las وقت iban cambiando y todo se fue transformando. Recuerdo el calor, la sequía, la sed. 

(intervalo, me llaman para merendar, café con tarta de limón horneada hace unos minutos, hum, qué aroma.)

Las lluvias disminuían y la rayos de la luz  golpeaban directamente la superficie y los cuerpos. 

Algunos empezamos a crecer redondos para estar más cerca de suelo y otros, más atrevidos se iban levantando. Fue terrible cuando comenzaron a crecernos las espinas, no sabíamos si para defendernos pero cómo y obtuvimos la respuesta cuando se nos cayó una y al poco tiempo brotó y nuestro tronco se fue tornando verde.

-Abuelo, entonces todo cambiará...

Dedicado a mi hermoso Aeonium que vaya a saber porqué alguien necesitó que viera y llegó a mí. 

-Abuelo,  cuántos años tienes. ¿Viviste con ellos? 

Jardín de cactus creado por Cesar Manrique 

                                     (clic)