Día Internacional del beso, los virtuales... Qué chasco

En todos lados ha salido que hoy martes 13 es el día Internacional del beso.

Otros lo han confundido con el abrazo.

Supongo que dadas las circunstancias parece un mensaje retorcido.

Porque lo más triste ha sido reconocer por una mayoria que tendrán que esperar para hacerlo y que por ahora se conforman con los virtuales.

Donde lo virtual va ganando terreno cada día a la realidad. Supongo que todavía somos humanos...

Y me pregunté entonces qué ha pasado conmigo. 

Caí en un espacio junto a amados, muy juntos. 

Abrazos y besos con distintas pieles. Dentro de una frontera cerrada como todas y llena de amor.

Sin negar el miedo, enfrentando algún dolor, acumulando cansancio y reanudado las treguas.

Con planes diferentes, los inmediatos, la tareas, los imprevistos y la economía.

Niños-adolescentes, adultos. Tú. 

Con nuestra S que no ladra, una espuma blanca rodeada de gatos malandras migrantes de distintos mundos. Con los besos de Fideo, una sombra gris peluda que vive escalando las ramas, las paredes, los techos y duerme en su sillón predilecto. 

Las cabras los lunes y jueves en itinerencia con perros y pastores, dejando a su paso perfumados caramelos de hierba. 

Los jardines con el círculo secreto de los pájaros, herrerillos inquietos y canarios; abejas y abejorros recolectando y reproduciendo, las flores abiertas para ser polinizadadas,  dos gallos alborotados. 

La higuera, los cítricos perfumados de azahar, el guayabo más tímido y el jazmín trepando junto a un rosedal en rojo, blanco, marfil, amarillo.

Las margaritas y los geranios, alegrías y azucenas, 

las camelias atrapadas en lavanda con acacias en lo alto.

En la entrada el Romero ancestral. 

Un azor revoloteando y tres mirlos bailando en el  césped fresco y recién cortado, se escucha la alpispa en las tarjeas y varias mariquitas trepando el mango. Con un ejército de hormigas recogiendo pulgones y de pronto dos monarcas enamorando entre varias psiques blancas como espuma mientras llueven las semillas del diablo. 

La araucaria muestra sus piñas como piedras en lo alto junto al aguacate de flores amarillas.

Y en la huerta, las lechugas, los tomates. Los cebollinos y el puerro. El perejil y el apio, con las paredes cubierta por las alubias de colores y arbustos malvas y violetas. Menta y hierba buena. Hinojo y diente de león. 

Toda la superficie rodeada por fresas rojas, brillantes, macizas.

Y  el resto más agreste hasta las plataneras cubierto con taquitos de dama o capuchinas en un alarde de colores distintos desde  donde empieza a rastrear la calabaza tierna con grandes flores amarillas esperando a las chayotas que este año no han venido. 

El palmeral hacia la montaña y los eucaliptos al mar.

Y ya en la noche, en el encuentro más íntimo, donde palpita el deseo con las ventanas abiertas, los cuerpos templados se van acercando libres de pensamientos con las mismas ansias de polinizar de la flor que se abre, de un aullido con el reclamo del búho rompiendo la oscuridad en la esencia del infinito. Y una lechuza posada en un rincón del jardín, atenta al gemido retorcido y cálido con el que luego volará hasta perderse en las sombras. 

Martes 13 (clic)