Hay veces que se nos va la niñez y nos quedamos como hojas secas oscilando en otoño.
Y sin edad se van yendo episodios de saltos, de muecas, de ternura.
Es el que entiende, porque se ha mantenido a través de las vivencias.
Ama y odia sin reservas y detecta y se refugia en lo seguro.
No busca traumas en mamá ni se plantea sobre papá.
Ese niño duele.
Ese niño se va llenando en los años cargado de secreto. Escondiendo el horror.
La pandemia ha sido para muchos una trampa más cruel aún, obligados a estar encerrados con su o sus verdugos.
La pandemia ha sido y es terrible para muchos niños que nunca volverán a ser como eran.
ResponderEliminarHay que vigilar continuamente, estar atentos a los cambios y, por supuesto, denunciar.
También muchas mujeres se han visto atrapadas.
En fin...
Besisimos.
Ellos son los principales. Toda la sociedad tiene el deber de cuidarlos.
EliminarY es evidente que la sociedad humana, sin fronteras, está muy enferma. Posiblemente sus niños podrían salvarla.
Besisimos
Que triste, los ninos no deberían
ResponderEliminarde sufrir nunca,pero esta situación
que vivimos a afectado de diferentes
formas a los ninos también.
Besitos dulces
Siby
Es muy triste Sybi. Seguramente los más afectados.
EliminarBesitos dulces.
Hola LUZ, me empuja la curiosidad y tras ese impulso alcanzo tu ámbito, donde todo se mueve en el equilibrio de encontrarse a uno mismo, a ese que te habita y necesita un instante de dicha...
ResponderEliminarUn abrazo
Jo qué bonito lo que has puesto Dionisio.
EliminarVoy a ver quien eres 😀
Un abrazo
Has descrito muy bien la vulnerabilidad de la infancia. Es una obligación denunciar el abuso de seres indefensos.
ResponderEliminarGracias.
Es obligatorio sí Maripaz
EliminarUn abrazo
Muy triste. No puedo comentar estas realidades. Me duelen, me muerden, me dejan impotente, vulnerable, roto. Ay. Un abrazo.
ResponderEliminarCoincido contigo, es una realidad tan cruel y se llama a una puerta, a otra y no hay sino barreras y ellos allí
EliminarUn abrazo fortalecido.
Terrible Luz. Es para temblar.
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