El fantasma triste 2


Cada tiempo libre nos sentabamos en el pequeño promontorio de hierba. Colocábamos la manta escocesa y una cesta con comida. 

En medio de una paz concordada entre los mirlos, la tórtolas balanceando el aire con el ulular, los azores en un diálogo rápido y conciso, mientras los pequeños herrerillos saltaban entra las ramas. Las psiques, revoloteando puras y una perdiz con sus polluelos. 

Así la sentíamos, la inspirabamos y nos mimetizabamos. 

Una cara transparente se asomaba en la tercera ventana del primer piso. Agitábamos suavemente las manos y de pronto se deshacía. Otros días que no se sentía bien, gemía y toda la casa se hacía eco. 

Lo llamábamos Spöke y cuando le hablábamos de lejos, repetía muchas veces "Jag är rädd", (significaba "Tengo miedo" cuando averiguamos después.) 

Él emocionado:Ya somos cuatro amor. 

Pinki, que se revolcaba feliz en el césped levantó sus enormes orejas. 


Un atardecer cuando estábamos yendo hacia el coche, la tocata y fuga de Bach empezó a sonar como un golpe en el silencio, tan alta que nos estremecimos. 

(Buenas noches Spöke.)

Comentarios

  1. Es genial, está tan bien contado que ya somos cinco. Se que te gusta escribir (se nota) se me ha quitado el miedo, no me asusta nada jejeje. Abrazucos

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    1. Jajaja Ester, pues nada, a seguir los cinco...
      Hay fantasmas No tan fantasmas que asustan más. 😁
      Abrazucos.

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  2. Pues a mi sí me da miedo, jo. No vivo yo ahí aunque me regalen la casa.
    Besisimos

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    1. Huuu, cuidado Moony que el fantasma ha aparecido y todavía no sabemos nada de él. 😁
      En serio, no te gustaría que te regalaran una casa con fantasma. Ay... Jajaja.
      Besísimos

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  3. Los fantasmas de fuera son como nuestros fantasmas internos. Si intentas comprenderlos y aceptarlos, ya no dan tanto miedo... Bueno, no sé si es el caso, algo de miedo si me ha dado :)

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